Hace tiempo que escribimos este artículo sobre la importancia de la formación en los profesionales y en las empresas. Lo sacamos de nuevo a colación porque consideramos que es una información de interés para muchas empresas ya que la famosa “formación continuada” siempre está en la orden del día de las conversaciones corporativas. Y en eso último nos incluimos ya que nos han encargado cursos de formación nuevamente ahora que parece que la economía se vuelve a reactivar.
Siempre es necesario que tanto los empleados como los empleadores de una empresa, es decir, toda la plantilla, sepan bien lo que hacen y cómo lo hacen, pero la formación debe ir ligada siempre a una necesidad, a un objetivo, a una razón de ser. Por eso, si realmente eres un empresario o profesional proactivo que busca mejorar su actividad laboral, este post te interesará.
¿Por qué estoy en contra de la formación continuada?
Puede que suene provocador, pero solamente está malinterpretada. En realidad, no estoy en contra de la formación continuada, sino contra el propio concepto de formación continuada. En mi opinión, decir que la formación continuada es muy importante para los profesionales o los empleados es como sostener que la alimentación resulta crucial para nuestra salud y luego nos ponemos hasta las trancas en un restaurante de comida rápida con productos espeluznantes. Me refiero a que en España (al menos en la España precrisis) creer en la formación continuada era lo mismo que creer en la Virgen María. Para mí la formación continuada es una etiqueta obsoleta que sobrevive porque suena bien, pero que está alejada del objeto que la define. En realidad la formación tendría que ser “permanente” y no limitarse a sobrevivir en un curso, taller o máster. La formación, el conocimiento, la curiosidad hacia lo que estás haciendo y como decían las Powerpuff Girls “todas esas cosas bonitas”, es una cuestión de actitud.
Cuatro razones y un funeral para que un profesional no continúe su formación
1º “Es difícil sacar tiempo para formarse…” ¿No te suena familiar? Tal vez hasta lo hayas dicho tú mismo. Sí, es difícil sacar tiempo para formarse cuando uno tiene responsabilidades directivas o empresariales, del mismo modo que uno no tiene tiempo para ocuparse de un perro, cocinar o visitar al dentista. Es decir: uno no tiene tiempo para hacer las cosas que no le gustan o, para ser más precisos, que no valora en su justa medida.
2º “Quiero hacer algo para reciclarme (otra palabra infame) pero no sé hacia dónde dirigirme”. Primero: la formación no consiste en sentarte frente a un panel de posibilidades y elegir una que tenga un horario que te convenga, como si reservases un vuelo. Segundo: Las decisiones formativas van precedidas siempre de un análisis personal. ¿Dónde está la fuerza de mi empresa o negocio? ¿Qué necesito para mejorar, ganar más dinero, estar más tranquilo o mejorar mi productividad? Tercero: Invéntate la formación.
3º «¿Cuantas horas serían necesarias para dominar esta materia?» Malcolm Gladwell en su libro “Los fuera de serie” asegura que son 10.000 horas. Nosotros pensamos que cuando te deja de entusiasmar algo es que ya lo has dominado y te sientes obligado a evolucionar.
4º “No tengo dinero…” Ni yo, no te fastidia. Pero puedo leer libros y periódicos, asistir a conferencias, cursos y seminarios sin gastarme un duro. Por otro lado, no creo que sea un argumento de peso sino más bien una excusa. Creo que la formación debe entrar en la categoría de gastos regulares de una empresa o de un profesional, igual que la luz, el teléfono, etc.
Para terminar, tres cosas que te aporta la formación permanente
1ª Ventaja competitiva. En el mundo de la empresa estar “al día” significa acariciar la posibilidad de ofrecer nuevos productos y servicios a tus clientes; esta actitud positiva hacia el trabajo es percibida por los clientes de forma positiva y esperan sus frutos con la misma ilusión que lo hacen con la última obra de su cineasta favorito. Estamos en el ámbito de la empresa, no lo olvidamos, pero trabajamos con personas que necesitan de vez en cuando ilusionarse con lo que están haciendo para renovar su compromiso profesional.
2ª La perspectiva se amplía. Ya no sólo tienes el foco puesto en el día a día, la gestión, los gastos, etc. Se presenta ante nosotros un horizonte repleto de oportunidades.
3ª Aportas flexibilidad a tu empresa. La formación permanente te lleva a apreciar el valor del cambio permanente, a considerarlo un amigo antes que una amenaza, a conseguir que juegue en tu equipo.
Si quieres saber más puedes leer a Bertrand Russell y su libro “La conquista de la felicidad”. Te prometo que no es un manual de autoayuda.
1 comentario